martes, 27 de septiembre de 2011

¿El trance en el teatro?

Con certeza les puedo relatar, que jamás olvidare lo que sucedió la mañana del 21 de Noviembre del 2008 en uno de los salones de la escuela “Casa del teatro” en la ciudad de México, mientras realizábamos un ejercicio con el maestro Tomás Rojas.
Para variar cuando uno es estudiante de teatro, los maestros nunca te explican para que es el ejercicio o cual es su propósito, simplemente lo haces, te lanzas al vació sin cuestionamientos y ese día no fue la excepción, por algo nos hacíamos llamar “el experimento”.
Comenzamos todo el grupo (éramos unos veinte) hombro con hombro formados en una fila horizontal, y el maestro nos indicó que debíamos correr a toda velocidad hasta llegar a una marca señalada con masking a unos cuatro metros de distancia de donde estábamos, y que después de llegar a la marca, en cámara lenta debíamos regresar hacia atrás hasta el punto de salida.
Repetimos esto por lo menos cinco veces y después perdí la cuenta, sólo recuerdo que en una de las tantas veces en que caminábamos lentamente hacia atrás, mi cuerpo comenzó a relajarse y fue tanta esa relajación que fui sintiendo como poco a poco perdía el control de mi cuerpo, me percate que el solo sin que yo le diera ordenes a través de mi cerebro comenzaba a caminar de manera extraña hacia la puerta del salón, recuerdo que sentí pánico, voltee a ver a Tomas y me gritaba que siguiera, esto me hizo sentir aún mas pánico, recuerdo que desesperada con todas mis fuerzas comencé a agitar mi cabeza tratando de volver a mi estado anterior, y cuando deje de hacerlo volví a sentir la pesadez de mis huesos y músculos, así como el control de cada mínimo movimiento, sentí alivio, pero no duro mucho porque inmediatamente después recibí un regaño por haberme desconcentrado.
Odie tanto a aquel maestro, sabía que él había visto lo que me había pasado y en vez de ayudarme a salir de ese estado me había pedido que siguiera así, cuando tal vez algo muy peligroso podría haberme sucedido, terminando la clase quise preguntarle qué había pasado pero sentí muchísima vergüenza y preferí entonces preguntarle a la directora, con la que perdí el tiempo porque no me explico nada, sólo sentencio que si no cooperaba con los ejercicios era mejor que saliera la escuela y me recomendó dejar que estas cosas me sucedieran únicamente en el salón de clases, y que nunca lo intentara yo sola (como si después de aquello tuviera ánimos de correr yo sola como una loca para delante y para atrás).
Acabe saliéndome de la escuela, estaba muy confundida y recuerdo que fui a hablar con un amigo actor que ya participaba en grandes puestas en escena, me comentó que casa del teatro era una secta, que seguramente ese ejercicio lo habían hecho para realizar alguna invocación y que el ente invocado había logrado entrar en mi cuerpo, después me hablo de Jesús y casi casi me obligo a realizar junto con él una oración, no tarde mucho en darme cuenta que mi amigo actor era cristiano y que él no sería la persona adecuada para resolver mis dudas y bueno me di cuenta que en realidad nadie.
Comencé entonces a investigar por mi cuenta lo que podría haberme sucedido, leí de todo: médiums, vórtices de energía, trance, esoterismo, demonología, ondas cerebrales, hipnosis, sicología, parasicología, estados alterados de conciencia, chamanísmo, santería, en fin nada parecía dar exactamente en el clavo, también busque alrededor de la historia del teatro, y me di cuenta que en la actualidad muchos hacedores de teatro, directores y actores están volviendo a integrar en el teatro la parte ritual, y a mi muy particular punto de vista considero esto estúpido, ya que la mayoría de las puestas en escena en nuestra actualidad nada tienen que ver con esa línea y el integrarlo como un entrenamiento actoral previo a una puesta en escena que no tiene que ver lo encuentro ilógico (por ejemplo montar Chéjov y entrenar con respiraciones hinduistas acompañado de yoga maya, ¿Qué tendría que ver?) , y bueno centrándome en civilizaciones antiguas, los griegos a los que se les atribuye el nacimiento del teatro, parecían haberse metido en sucesos extraños pero todos cubiertos de un velo bastante opaco: los misterios del Eleusis, los rituales dionisíacos, las corrientes órficas, los oráculos, nadie en realidad podía explicar a ciencia cierta qué era lo que había ocurrido y como, en algunos libros mencionan que ingerían drogas y que dependiendo del ritual era la experiencia que tenían con uno o varios dioses, pero todo es una especulación porque al ser rituales secretos, su difusión era penada hasta con la muerte y nadie escribió demasiado como para que se pueda concebir una idea más completa, (en esos días se valoraba la confidencialidad, no como ahora) recordé que aquel día yo había desayunado bien, no tenía problemas mentales, mi cuerpo estaba descansado y que tenía sin drogarme por lo menos un año, ¿Qué me había ocurrido?, comencé a pensar que tal vez nunca lo sabría, y con esta duda en mi cabeza transcurrieron tres largos años, hasta que resolví contactar a aquel maestro de teatro y pedirle una entrevista, pensé que así todo lo que me dijera estaría grabado y pensaría dos veces sus contestaciones poniéndose en jaque.
Tomás Rojas accedió y la entrevista fue un gran fracaso, lo único rescatable fue que acabé besándome con él, pero en materia de lo que había sucedido en aquella mañana no pude obtener nada, él ni siquiera recordaba bien el suceso, solo me dijo que en el teatro al jugar con distintos niveles de energía y de conciencia, el cuerpo y la mente entran a lugares desconocidos del subconsciente y que como actores no hay que tener miedo a acceder a esos lugares.
En resumen de toda esta experiencia, puedo rescatar que aunque nunca sabré que demonios me paso, se que si hay que tenerle mucho miedo a todos estos tipos de ejercicios sin fundamento y también tenerle mucho respecto al subconsciente y a cualquier estado alterado de conciencia (corazón los griegos lo mantenían en secreto, no fuera ser que un idiota se enterara y tratara de recrearlo mal), pienso que a la educación teatral en México le falta muchísimo, ya que muchos “maestros”, “directores” y demás “gente de teatro” por copiar rituales de culturas a las que no pertenecen y modas europeas absurdas, no tienen ni idea de lo que están haciendo ni enseñando, así que invito humildemente a todos los hacedores de teatro a que nos reconectémonos con lo que somos y con lo que podemos hacer como la cultura que somos, en el caso de mi país como mexicanos que somos, comenzando desde lo tangible y lo explicable, para entonces después con base solida poder acceder al increíble mundo de la ficción, pero por el amor de dios, ¡no al revés!.

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