martes, 27 de septiembre de 2011

Surrealismo y teatralidad (Ensayo)


Surrealismo
El surrealismo es un movimiento artístico y literario que nace en Francia a principios de los 20´s. Surge como un intento de reacción positiva frente a la destrucción llevada a cabo por los dadaístas. Los contactos entre André Breton y el movimiento Dadá fueron continuos hasta que en 1922 Breton y Picabia se separaron del dadaísmo de Tzara. Sin embargo puede decirse que el punto de partida del movimiento de Breton fue el dadaísmo en los momentos últimos de su trayectoria, cuando empezó a sentirse la necesidad de reorientarlo. El término fue acuñado en 1924 para expresar el anhelo de crear algo más real que la propia realidad.
El surrealismo Se ha descrito como la creación de la irracionalidad, los sueños y los instintos como motivo de inspiración para el artista, por lo que podemos encontrar antecedentes inmediatos del surrealismo en los caprichos de Goya, en la interpretación de los sueños y el psicoanálisis de Sigmund Freud, y en el arte de los niños, los locos y los primitivos aborígenes. Pero también a lo largo del arte occidental, en las figuras fantásticas medievales, en el Bosco o en Valdés Leal y por supuesto, en la pintura metafísica.
Teatralidad
La teatralidad para Roland Barthes es el teatro menos el texto, es una espesura de signos y de sensaciones que se edifica sobre el escenario a partir del argumento escrito, es una especie de percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge al texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior.
Para Ataud la teatralidad se opone a la literatura, al teatro de texto, a los medios escritos, a los diálogos, e incluso a veces a la narratividad y a la dramaticidad de una fabula construida lógicamente.

La teatralidad para Adamov se asimila como la representación, es decir, la proyección en el mundo sensible de los estados y de las imágenes que constituyen sus resortes ocultos, la manifestación del contenido oculto, latente, donde germina soterradamente el drama.
De todas las definiciones y aproximaciones al término de teatralidad, podemos hacer un compendio ordenado que permita el uso diverso y complejo del material y que al mismo tiempo sea preciso, amplio y lo más complejo posible, entonces:

1.La teatralidad seria una totalidad mimética enunciante, con todas las modalidades de enunciación natural de la realidad, narrativa, discursiva y poética.
2.La teatralidad es de naturaleza artificial, mimética, redundante, espectacular, presencial y ritual.
3. La teatralidad es la re-presentación: en un caso de lo espacial, visual y expresivo de una escena, y en otro caso la manera específica de la enunciación de la palabra, el desdoblamiento visualizado del enunciador, (personaje o actor) que da cuenta del contenido latente de un pre-texto.
4.La teatralidad se establece desde el interpretante, cuando este considera cualquier modo de conducta como teatral y por lo tanto puede aparecer en cualquier lugar de la vida social o en las manifestaciones o modos de representación de los productos culturales, cine, danza, fotografía, rito, publicidad, etc.
5.La teatralidad es un campo escópico agonal constituido como una estrategia de dominación.
6.La teatralidad se funda en la teatralidad social y su representación por una pluralidad de prácticas escénicas. Desde esta perspectiva, el teatro constituye una práctica cultural cuyos códigos están determinados por el sistema cultural y social en el que se lleva acabo.
7.La teatralidad es política de la mirada, interacción autopoética o producción del significado de la escena.

Como se puede leer, cada una de las definiciones puede ser expuesta y explicada de manera independiente y pertenecer a problemática distinta; pero al mismo tiempo las mismas definiciones pueden constituir un conjunto diverso de una misma problemática. La teatralidad es la construcción de un cronotipo privilegiado del estudio del comportamiento humano, la arquitectura de nuestra grandeza junto con la madriguera de nuestras miserias. ¡Mire por favor!, ¡No mire! 



Similitudes
El surrealismo y la teatralidad comparten la misma primicia, utilizar la capacidad natural del ser humano que tiene para crear, dejando a un lado la razón y la lógica para dejar actuar al espíritu, porque solo así puede surgir el verdadero arte.
La teatralidad y el surrealismo tratan de buscar una verdad, una pureza, y buscan a partir de lo irracional, la teatralidad busca desde la raíz, en los teatros rituales en donde las palabras sobran y es el cuerpo el que se expresa revelando un lenguaje interior y el surrealismo busca el florecimiento del espíritu en lo primitivo de lo inconciente.
Cuando surgió el movimiento surrealista, uno de los renovadores más destacados del teatro, Antonin Artaud se sumo a ellos; sin embargo con el tiempo comenzaron a surgir diferencias marcadas entre ellos.
Artaud proponía trascender el teatro con fines de transformación espiritual y para ello veía apropiado recurrir a todo lo que no obedece a la expresión verbal y esto lo ve como teatralidad, a esa parte pura y con relación al surrealismo, la insistencia de Artaud en la seriedad de la situación teatral también marca su diferencia con los surrealistas, quienes consideraban el arte y su misión terapéutica y «revolucionaria» con bastante menos precisión. Los surrealistas, cuyos impulsos moralizantes eran bastante menos intransigentes que los de Artaud, y que no ponían ningún sentido de urgencia moral en la creación artística, no fueron movidos a buscar los límites de ninguna forma de arte en particular. Tendían a ser turistas, a menudo de genio, en tantas artes como fuera posible, creyendo que el impulso artístico sigue siendo el mismo dondequiera que brote. La mayor audacia y la autoridad de Artaud como esteta resultaron parcialmente de que, practicando también él varias artes y negándose, al igual que los surrealistas, a dejarse inhibir por la distribución del arte en diferentes medios, no por eso considerara las diversas artes como formas equivalentes del mismo impulso proteico. Sus propias actividades, por muy dispersas que puedan haber sido, siempre reflejan la búsqueda de Artaud de una forma total de arte, en la cual se mezclan las demás, como el arte mismo se mezcla con la vida.
Paradójicamente, fue este mismo rechazo de la independencia de los diferentes territorios del arte el que llevó a Artaud a hacer lo que ninguno de los surrealistas había intentado siquiera: repensar por completo una forma de arte. Y sobre ese arte, el teatro, ha ejercido un impacto tan profundo que bien puede decirse que todo el teatro serio reciente, en Europa Occidental y en las Américas, se divide en dos períodos: antes de Artaud y después de Artaud. Nadie que hoy trabaje en el teatro ha dejado de ser tocado por el impacto de las ideas específicas de Artaud acerca del cuerpo y la voz del actor, el uso de la música, el papel del texto escrito, la interacción entre el espacio ocupado por el espectáculo y el espacio dedicado al público. Artaud cambió la comprensión de lo que era serio, de lo que era digno de hacerse. Si el proyecto de Artaud no llega a trascender el arte, sí presupone un objetivo que el arte sólo puede sostener temporalmente. Cada uso del arte en una sociedad secular con fines de transformación espiritual, en la medida en que se hace público, inevitablemente se ve despojado de su verdadero poder de antagonismo. Expresado en un lenguaje directa o aun indirectamente religioso, el proyecto es notablemente vulnerable. Tan sólo unas cuantas situaciones en la moderna sociedad secular parecen lo bastante extremas e incomunicativas para tener cierta oportunidad de evitar esta apropiación. Una de ellas es la locura, el sufrimiento que sobrepasa lo imaginable como lo que nos enseña “el teatro y la peste”, El teatro en esencia se emparenta con la peste, no ya por el hecho de ser contagioso, si no porque como ella, seria revelación y manifestación de un contenido de crueldad latente, por medio de el se perciben, sea en un individuo o en un pueblo, las cuantiosas posibilidades de perversión del espíritu como decía San Agustín.
Del mismo modo que la peste, el teatro es una poderosa llamada a la potencia que anima al espíritu, a la fuente misma de sus conflictos. El teatro al igual que la peste es crisis que se resuelta cuando acaece la muerte o la curación, y la peste se nos aparece como un mal de grado superior desde que es una crisis total, que conducirá a la muerte o a una purificación definitiva.
Nos dice Artaud que la acción del teatro como la de la peste, es de beneficio, ya que al impulsar a los hombres a que se vean tal y como son, elimina la mascara, hace visible la mentira, la debilidad, la bajeza, la hipocresía, sacudiendo la paralizante inercia de la materia que enmascara y obstaculiza aun los testimonios mas claros que nos dan los sentidos y revelando a las comunidades su oscura potencia, su fuerza latente, las induce a adoptar, ente el destino, una acción heroica y superior, que de otra forma jamás hubieran alcanzado.


Bibliografía
Artaud, A. El Teatro y su Doble, Grupo Editorial Tomo S. A. de C.V. México, 2002.
Gombrich, E. H. La Historia del Arte, Ed. Phaidon, N. Y. 2008.
Pavis, P. Diccionario de Teatro, Estética, Semiología, Ed. Paidós, Barcelona, 1998.

http://www.con-versiones.com/nota0389.htm
http://www.dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2365713

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