domingo, 13 de noviembre de 2011

Un sábado de odisea teatral (Crónica fantástica)

Viviendo en el D.F. uno piensa que debe tener mil opciones para combatir el ocio ¿no?, ya saben una ciudad tan grande, tantos espacios, tanta gente y entonces la equivalencia de sus mentes, mentes creando posiblemente cosas asombrosas para el deleite de las masas… en eso pensaba yo un sábado en la mañana cuando me surgió la gran idea: ¡porque no ver algo de teatro! (ok, pensándolo bien tampoco fue la idea más grandiosa).
El primer paso: revisar la cartelera, me sentí algo anciana pensando en salir a comprar el periódico pero me divirtió la idea, aunque lo pensé mejor y realmente era muy temprano como para cambiarme y salir a la esquina y con todo eso de la tecnología uno se convierte en parásito y para no hacer el cuento largo me puse a revisar la cartelera en internet. En efecto salieron varias opciones, las revise una y otra vez pero ninguna capto mi atención al cien por ciento, bueno ok hubo dos que si lo hicieron, pero una fue sólo porque leí que la actriz salía desnuda y la otra porque un actor con el que me besuquee alguna vez estaba en el reparto y como estas no son razones del todo validas y en realidad son mas bien patéticas decidí concentrarme y volverla a revisar por tercera vez, no funcionó supongo que la tercera muchas veces no es la vencida, y es que algo en mi no tenía la disposición de irse a encerrar a un teatro y esperar algo previsible, algo en mi tampoco tenía la disposición de ver adaptaciones de obras inglesas, francesas o alemanas, con malas traducciones y escuchar nombres como Martin Rinserberg y Clare Dominique en actores más morenos que el mismísimo Juan Diego y mas mexicanos que el nopal, (digo no sé si los que hacen teatro lo sepan pero siendo actores mexicanos y estando en México es lógico y por lo mismo resulta ilógico ver ese tipo de tratamientos por mucho que haya análisis del personaje y todo ese bla bla bla porque a fin de cuentas somos lo que somos) y realmente aquel sábado aquello no me atrajo en lo más mínimo y supe que mi tarea entonces se había convertido en una odisea peligrosa y salvaje, tendría que salir a buscar sin rumbo específico un poco de realidad teatral, ¿cómo y en donde? difíciles preguntas pero no imposibles respuestas, así que en actitud valiente me puse ropa cómoda, tenis, mucho desodorante, un poco de brillo labial y salí a la búsqueda.
Camino al metro comenzó la confusión, ¿acaso debía dirigirme a coyoacán?, ¿al chopo?, ¿por qué no podría encontrar lo que buscaba en el pedregal o en las lomas?, ¿Por qué ir directamente a aquel estereotipo bizarro que habita en aquellas colonias?, ¿acaso no era eso mismo a lo que le rehuía?, porque también el teatro callejero esta en cierta medida estancado, si se analiza a conciencia siempre es más de lo mismo y eso me hizo sentir escalofríos, muchos escalofríos que no me abandonaron ni en la entrada del metro.
Pero como todo eventualmente pasa y en el metro hay tantas cosas pasando que se me olvido eso tan teatral de los escalofríos y mejor seguí adelante con mi plan, decidí encaminarme hacia donde nunca antes me habría encaminado: iría a tecamachalco a buscar una realidad teatral y estaba resuelta a encontrarla a como diera lugar, se preguntaran porque tecamachalco: (bueno aunque no se lo pregunten lo contestaré) no lo sé (o sí…)  tal vez porque he ido pocas veces y nunca he encontrado nada digamos “artístico” por allá, o tal vez porque lo recordaba como un polo opuesto a lo que para mí es un lugar “observable”, en fin todo eso era lo de menos en ese momento: ¿cómo demonios llegaría a tecamachalco en metro?…  ¡demonios!
En efecto fue difícil pero lo logre, después de caminar en demasía, tomar un camión y cruzar dos puentecitos finalmente llegue a una glorieta con una fuente, enfrente estaba una iglesia, pensé que aquella fuente en el centro era el punto de algo y que al mismo tiempo estaba tristemente solitaria por lo que decidí encaminarme hacia ella y observar que ocurría si es que algo ocurría.
Trate de ponerme cómoda en una de las orillas de la fuente, recordé que tenía una pastillita en mi bolsillo y me la tome, paso una hora y yo estaba sentada ahí observando el humo de carros, escuchando sonidos de cláxons, dando y recibiendo algunas miradas y pensando ahora que…hasta que divise a lo lejos al lado de un semáforo en rojo un letrero que decía “mágico espectáculo” y una flecha que daba para la izquierda cuesta abajo de la calle, salí corriendo para leer de cerca aquel letrero, era cierto lo que había leído a los lejos, entonces comencé a seguir las flechas que ahora estaban pintadas también rojas en el suelo. Corriendo llegue hasta un terreno baldío en donde se terminaron las flechas, no se cuento corrí pero ya me reclamaban los pies, entrando al terreno me tope con dos niños que con la mano me pidieron que los siguiera, me parecieron curiosos y fui tras ellos, le dimos la vuelta al terreno y me encontré con una estructura gigante (más o menos 15 metros) hecha de una especie de papel mache blanco pero liso y muy brillante, comencé a acercarme y vi que también había otras personas en aquel lugar, eran como veinte y estaban sentadas en el suelo, entonces yo también me senté y a penas volví a voltear a mirar la estructura me di cuenta de que a lo alto comenzaba a caer un liquido muy espeso de color azul que después se convertía en verde, después en rosado, en negro y amarillo, los espectadores comenzaron a pararse y a dirigirse a la parte trasera de la estructura, los mire con atención y me di cuenta que comenzaban a escalarla y una vez que llegaban a la parte más alta se tiraban resbalando divertidamente por ella llenándose del liquido combinado de colores, se veía increíble así que supuse que debía hacer lo mismo y me uní a la escalada, ¡cuánta expectación sentí al subir! ¡y qué deleite al ir resbalando!, finalmente al caer de la estructura también acabe mojándome de aquella sustancia viscosa en la que chapotee varias veces. Y eso no fue todo algunos de los que estaban mojados comenzaron a decir bellas frases en un idioma que no había escuchado antes pero que sin embargo entendía, todo era muy significativo y profundo, realmente bello fue mirar los ojos de aquellos parlantes de lengua extraña, así seguimos vario tiempo tirándonos por aquella estructura y mirando a los parlantes que nos invitaban también a notros a esbozar alguna palabra, entonces haciendo caso de un impulso salvaje me anime y solté una que me hizo sonrojar y al mismo tiempo estallar en una carcajada, pero como nada es eterno después de aquella dicha empecé a ver que todo se obscurecía, voltee a ver el sol y vi que comenzaba a apagarse.
Lo último que recuerdo de aquel día es a mi persona sentada en la parte trasera de una patrulla, con la ropa y el cabello mojado, escuchando a un policía hablar por un radio diciendo que iban a remitir a una occisa que presuntamente estaba bajo los efectos de algún estupefaciente porque se había metido a una fuente en medio de la glorieta y se le había encontrado mojándose y sacando el agua gritando palabras que no existían y que por lo “mesmo” estaba alterando el orden social.
Después de relatar este hecho yo no soy capaz de juzgar nada, así que dejaré que ustedes sean los que lo hagan, lo único que diré a mi favor es que aquellos rumbos burgueses y quietos no volverán a ser los “mesmos” (por lo menos para mí).

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