lunes, 11 de mayo de 2015

Amistades peligrosas: Estructuralismo y Existencialismo (Tesis/Fuentes)

La intención de esta tesis es profundizar en dos perspectivas distintas de comprender al ser humano, su relación con el mundo y su actividad intelectual.
¿Qué es lo que define al hombre?, el existencialismo de Jean Paul Sartre y el estructuralismo de Lévi-Strauss convergen en esta pregunta, sin embargo se enfrentan al intentar responderla. Sartre dirá que es el hombre quién se define a sí mismo, mientras que Strauss replicará que son las estructuras quienes definen al hombre, no sin antes cuestionar a Sartre por mezclar la sociología con la metafísica.
De igual forma, son interesantes los tópicos que se enfrentan entre ambos, como la libertad, la identidad, el pensamiento, la responsabilidad, la historia, las leyes universales, y por supuesto el humanismo.
Pese a que el Estructuralismo y el Existencialismo nacieron en los años 60´s, considero que el enfrentamiento que ambas perspectivas filosóficas genera respecto al individuo, es atemporal e incluso necesario de replantear en nuestros tiempos.


Fuentes:

*Primarias

Ø  Derridá, Jacques, “Los fines del hombre”,  Márgenes de la filosofía, Taurus, Madrid, 1998, pg. 162

En este ensayo, Derridá expone que no hay sentidos verdaderos, sino estructuras sociales que producen diferentes efectos de sentido: Lo que para una cultura o una época tiene sentido, puede no tenerlo para otra. Precisamente porque posee una estructura diferente, inconmensurable:

             “Se trata más bien de determinar la posibilidad del sentido a partir de una organización formal que en sí misma no tiene sentido. Tan sólo podemos ocuparnos de investigar esas diferencias para hallar el modelo estructural de la sociedad. Debemos dejar de lado al hombre y volcarnos hacia las estructuras, para así evitare tomar el sentido como propiedad exclusiva de la Historia. Porque, creer que en la comprensión dialéctica de la historia podemos encontrar la verdad sobre el hombre que nos permita construir una antropología total, es tomar la historia como un mito”. (p. 162)

 Esto atañe a mi tesis porque aviva la polémica en donde se considera que para Sartre la historia desempeña el papel de un mito. Y para Derridá y los estructuralistas, tomar ese mito como verdadero y único, es el principio y el error del humanismo marxista de Sartre.
Ø  Descombes, Vincent, Lo Mismo y lo Otro, Cátedra, Madrid, 1988.

Para este autor el inconsciente cultural posee un lenguaje marcado por esos mitos fundadores e ideológicos. Y el estructuralismo se comienza a percatar de que lo peligroso de esta ordenación de la estructura lingüística que produce el mito, no es la imposición de determinadas verdades, o la represión de potencialidades humanas. Lo problemático es el tipo de hombre que construye, la estructura lingüística que pone en marcha y que dota de sentido la experiencia vivida:

              “A su manera [el estructuralismo] se anticipaba a los motines del mayo del 68, demostrando que un discurso dominante no impone tanto determinadas verdades, como un lenguaje común por el que el oponente debe pasar para dar cuenta de su oposición [...] Domesticar el elemento brutal de la existencia, asimilar lo heterogéneo, dar sentido a lo insensato, racionalizar lo incongruente y, en definitiva, traducir lo Otro a la lengua de lo Mismo es, pues, los que llevan a cabo los mitos y las ideologías”. (p. 145)

Es por ello que la tarea de la antropología estructural no es constituir al hombre, sino disolverlo. Y esta disolución pasa por volver a encontrar los conflictos tras las soluciones apacibles del mito; remontarse al análisis de las diferencias entre estructuras no sólo para recopilar datos, sino para restituir la voz apagada de ese hombre que ya habla la lengua de lo mismo. Con esto el hombre como tal es abandonado desde un punto de vista epistemológico: el centro pasa a ser el lenguaje y sus estructuras simbólicas.
Ø  Domenach, Jean-Marie, Une nouvelle passions, Anagrama, Barcelona, 1992.

Uno de los ataques al estructuralismo que realiza Sartre es el divorcio entre la teoría y la práctica política que éste provoca. Sin embargo, una crítica a la política que se deduce del estructuralismo, más atenta y quizás menos apasionada, es la que realiza Jean-Marie Domenach al antihumanismo:

              “¿Un pensamiento que introduce la coacción del sistema y la discontinuidad en la historia del espíritu, no le quita acaso todo fundamento a una intervención política progresista? ¿No conduce al dilema siguiente: o bien la aceptación del sistema, o bien el llamamiento al acontecimiento salvaje, a la irrupción de una violencia extrema, única capaz de trastornar el sistema?” (p. 202)

Esta cuestión es la que sí se juega en el estructuralismo. No tanto la del divorcio entre la teoría y la praxis, puesto que ambos conceptos se redefinen, ni sobre la historia, puesto que la cuestión queda zanjada con la estructura del mito. En cambio esta cuestión sí que apunta a las consecuencias últimas del antihumanismo y quizás a su descrédito posterior. Si bien teóricamente el estructuralismo pretendía la labor de reconstrucción de toda una cultura, el intelectual estructuralista y su intervención política conducen o bien a la aceptación del sistema o bien a la destrucción del mismo.


Ø  Florián, Bocanegra, Víctor, Implicaciones filosóficas del Estructuralismo de Lévi-Strauss, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2010.

Lo escrito por Florian Bocanegra es relevante para esta tesis, ya que recalca la incidencia que ha tenido el método estructuralista de Lévi-Strauss y el estructuralismo en general, en la búsqueda que respecta a la definición del hombre, por lo que aquí es manifestada a partir de las polémicas confrontaciones con la fenomenología de Husserl y el Existencialismo sartreano. Strauss comienza por atribuirle a la lingüística no sólo el nacimiento del estructuralismo, sino su repercusión filosófica sobre este método, en donde el sujeto ocupa una posición de sometimiento inconsciente a las leyes y reglas universales, ósea a la estructura, sin que esto excluya la posibilidad de que las transforme. Por lo que Bocanegra concluye con una discusión entre la visión de Strauss y la de Sartre, quien defiende la libertad del sujeto y su capacidad de autodefinición:

           “Lévi-Strauss le objetará a Sartre la sobrevaloración casi mística de la historia dentro de las ciencias humanas, y al mismo tiempo la ausencia de claridad sobre la noción de historia y sobre el código del historiador o sistema de codificación. La historia biográfica y anecdótica aunque es rica en información no explica, y en este sentido es débil. ¿Cómo conciliar la historia-para (para mí, para mi conciencia) con la objetividad de la historia para-nosotros? La historia no es más que “un hecho etnográfico”, característico de Occidente, para mostrar su lugar privilegiado y lograr imponer la equivalencia con la noción de humanidad. El problema para las ciencias humanas será entonces enfrentar una posible conciliación de la libertad con realidades que no son observables, objetivas, puestas en evidencia por las disciplinas científicas. La lingüística y la etnología nos indican que estamos sometidos a leyes y reglas que se caracterizan por la universalidad y cuya utilización es inconsciente por parte del sujeto. El discurso del hablante nunca es el resultado de una totalización consciente de las leyes fonológicas y gramaticales de la lingüística. Hablar es algo diferente de expresar lo que se piensa, es, más bien, anota Foucault, poner en juego las estructuras de una lengua”. (p.119)

Esto es sumamente relevante, ya que plantea los mecanismos inconscientes del ser humano dentro de la historia, planteando de cierta forma la inconsciencia por parte del sujeto frente a su sometimiento a las leyes universales (y por lo mismo su ilusión de libertad).  Y más adelante Bocanegra profundiza en el concepto de libertad respecto a ambos autores:

             “Para Sartre, la libertad es la irreductibilidad del orden natural al orden cultural y distingue dos razones: la analítica o científica y la dialéctica. Para Lévi-Strauss, no hay más que una sola razón y está constituida, esto es, obedece a leyes universales de funcionamiento. Una sola razón presente tanto en el llamado primitivo como en el civilizado.” (p. 121)

Como síntesis encontramos que según el análisis del autor, Sartre buscaba fundar una antropología estructural e histórica a partir de la “totalización” del hombre. Sartre le otorga esta primacía al sujeto. Por otro lado las estructuras son para Lévi-Strauss realidades objetivas que se esconden detrás de los fenómenos observados. En primer lugar, una estructura ofrece un carácter de sistema. Consiste en elementos tales que una modificación cualquiera en uno de ellos implica una modificación de todos los otros. En el concepto de estructura, por otra parte, insiste en la idea de transformación.
  
Ø  Fortanet, Joaquín, Levi-Strauss en el debate humanismo - antihumanismo, Astrolabio. Argentina, 2005.

En este texto, el autor pretende analizar el posicionamiento de Lévi-Strauss en el centro del debate entre humanismo y antihumanismo. El estructuralismo de Levi-Strauss supuso un desenmascaramiento de ciertos postulados sobre los que se levantaba el humanismo. Al mismo tiempo, el estructuralismo respondía a un síntoma de nuevos tiempos, en dónde se intentaba pensar y actuar de otro modo. Los patrones clásicos y humanistas parecían estar agotados y la euforia estructuralista auguraba un nuevo modo de filosofía. Contraponiendo los análisis de ‘Antropología estructural’ y ‘El pensamiento salvaje’ al humanismo ejemplificado por el Sartre de ‘Crítica a la Razón Dialéctica’, en este artículo se pretenden marcar los principales frentes de la batalla entre humanismo y antihumanismo:

              “Levi-Strauss ejemplifica la primera disputa entre humanismo y antihumanismo a propósito de la obra de Sartre ‘Crítica de la razón dialéctica’. En ella, Sartre recula de sus posiciones existencialistas, especialmente de las de ‘El Ser y la Nada’, que le llevaban hacia un oxímoron trágico en dónde el hombre se negaba a ser determinado ni siquiera por él mismo. Frente este sentimiento trágico con el que el existencialismo llenaba su mirada, el humanismo del Sartre de ‘Crítica a la razón dialéctica’ se gira hacia una necesidad de poner sentido práctico en el mundo, de dotar de sentido a una política mediante un saber total y, de adquirir el derecho a hablar por todos los hombres como único modo de intervenir con solvencia en la realidad.
              La necesidad que guía esta defensa del humanismo por parte de Sartre posee hondas implicaciones políticas que responden al intento de encauzar los movimientos políticos que se asentaban en los años sesenta en Francia. Por otro lado, el antihumanismo surge reclamando un cambio de paradigma. Un nuevo horizonte en el que es posible pensar y hacer”. (p. 2)

Este autor toca el tema central de mi tesis, ya que para él la disputa entre humanismo y antihumanismo fue una batalla épica, de enfrentamiento entre dos cosmovisiones. La antigua que pugnaba por seguir pensando después de la barbarie, y la nueva que proponía un desentumecimiento general, un pensamiento después del hombre.
Para Sartre, la tarea del pensamiento es constituir, mediante una antropología, una idea sólida de hombre que nos sirva para atravesar nuestra época. Pero Lévi-Strauss marca un camino distinto desde el comienzo. El pensamiento y las ciencias humanas, no deben constituir una idea fija de hombre.

Ø  Fortanet, Joaquín,  Los fines del humanismo. Sobre la polémica Sartre - Levi Strauss,  Astrolabio, Argentina, 2005.

La intención de este autor es recorrer dos modos de entender la actividad intelectual que entró en conflicto a principios de los sesenta. Dos miradas que pese a estar unidas en numerosos frentes, chocaron entre sí provocando una brecha en el panorama filosófico francés que aumentaría con los años. La mirada del intelectual clásico, empeñado en pensar desde el hombre, desde la historia y abogando por una política clásica, se golpeaba una y otra vez con una nueva sensibilidad que tomaba el nombre de estructuralismo y que iba imponiéndose en diferentes áreas culturales. De lo que se trata es de perfilar estos dos modos distintos de entender la relación con el mundo que representan Sartre y Lévi-Strauss. Marcar, de algún modo, sus gestos básicos. Para ello es necesario entender en qué sentido Sartre es representante del movimiento humanista y en qué sentido el estructuralismo de Lévi-Strauss representa una novedad para un pensamiento cuyo horizonte filosófico era el hombre y su actividad histórica. A qué responde el coraje de buscar sentido al hombre que posee Sartre. Y a qué se debe la fría pasión por el sistema que posee Lévi-Strauss:

             “…Porque, nos dice Levi-Strauss, una antropología que pretende llegar a la verdad sobre el hombre precisa un pensamiento histórico fundamentado en la conciencia de un sujeto. Y, tal pensamiento, lo que busca es hallar el sentido último del hombre y del mundo en el devenir histórico en el que está situada dicha conciencia. Lo que equivale a decir, como el mismo Sartre insinúa, que el modo de conciencia histórico occidental es superior a otros modos de habérselas con el mundo no históricos –distinción sartreana entre primitivo y civilizado- y que, por esto mismo, es en las sociedades con historia en dónde se esconde la verdad sobre el hombre.
              El etnocentrismo es inherente a todo humanismo, da a entender Lévi-Strauss, las diferencias entre sociedades hacen inconmensurables los sentidos y sus verdades sobre el hombre: si se halla la verdad sobre el hombre, sólo se halla una verdad, no todas”. (p. 15)

En síntesis, para este autor el humanismo está preso de un “pienso luego existo” que no admite una exterioridad a la conciencia. Para Levi Strauss, la conciencia histórica que defiende Sartre es un modo de expandir el Cogito hacia el grupo. Y esa expansión tiene como consecuencia la traducción del solipsismo a lo social: el etnocentrismo. Un traslado de la antigua oposición entre Yo y Otro que provocaba el humanismo clásico del que partía de Descartes.

Ø  Henry-Levy, El siglo de Sartre, Ed.Grasset, Barcelona, 2000.

Este autor hace un análisis al humanismo existencialista desde la perspectiva del “sujeto clásico soberano de sí mismo”. En donde según él, el hombre sartreano se acerca más a un haz de subjetividades sin centro alguno (porque el centro es la nada), sin determinación exterior (porque dejarse modelar es incurrir en mala fe), a un hombre sin autodeterminaciones (porque es libertad positiva), y a un hombre cuya moral asume el peso desmesurado -al no poseer un correlato ontológico- de ser la humanidad entera. Y en ese asumir el peso puede dotar de sentido al mundo, aunque dicho sentido tan sólo sea efímero y se desvanezca cada vez que el hombre quiere ser hombre, es decir, libre:

“La mirada sobre el mundo que desarrolla el existencialismo sartreano puede ser considerada todavía una mirada humanista, preocupada por el sentido del hombre, por su existencia concreta, por la moral, por la barbarie que el mismo hombre ha provocado, que se resiste a la derrota. Pero, de algún modo, también está dejando de ser humanista; está apuntado hacia otro lado, un lado en dónde el centro deje de estar en ese núcleo de pensamiento que era el cogito cartesiano. Algo así como una mirada en y desde el límite que, en su esfuerzo por pensarse, completa el sinuoso camino que se inicia en la muerte de Dios y culmina en la del hombre”. (p. 205)


Ø  Jarauta , Francisco, La lección de Claude Lévi-Strauss, Universidad de Murcia, España, 2012.

Aquí el autor traza una línea cronológica del trabajo realizado por Strauss, en donde éste se ve interesado por marcar un camino apasionado durante su vida con el fin de establecer la lógica de las relaciones que rigen las formas de la cultura y sus determinaciones naturales, en donde la negación de la identidad marca una pauta importante para comprender esta lógica y de paso enfrentarse con la de Sartre:

              “El estructuralismo era, para él ante todo, una estrategia para escapar de la obsesión por la identidad. Contra el existencialismo de Sartre, Lévi-Strauss declara la guerra al "sujeto": "Este insoportable niño caprichoso que ha ocupado tanto tiempo la escena filosófica, impidiendo un trabajo serio al reclamar todas las atenciones". Más allá de las apariencias y formas sensibles, se organiza el trabajo de un desciframiento de aquellas estructuras que se hallan en la base de toda forma cultural. En el fondo, "je suis peut-être un kantien vulgaire", ironizaba en plena refriega intelectual.” (p. 12)



Lo que le importa a Lévi-Strauss, según el autor, es llegar a la comprensión de aquellos signos que esconden su verdad, así es como aparecen desde la antropología, nuevos niveles de significado en donde gracias a los signos es que se supuestamente se devela la verdadera historia humana.
Ø  Juárez, Castillo, David, Contra la interdisciplina: La ciencia en Lévi-Strauss. Hacia el reconocimiento de la unidad humana, UNAM, México, 2008.

Para Lévi-Strauss, es la mente humana la que da unidad a la especie, y la que al mismo tiempo provoca su diversidad, en este orden de ideas el autor menciona una metáfora sobre el jugador de naipes escrita por Denys Cuché en donde éste cuenta que “con la misma baraja, diferentes jugadores harán partidas distintas, aunque no pueden hacer con cualquier reparto cualquier partida, porque están restringidos también por las reglas” (p. 66). 
La cita anterior nos lleva a pensar en lo contingente que es la diferencia y en la forma en que es sustentada mediante las estructuras. El autor plantea la urgencia de conocer los fundamentos de lo social que incluye todas las manifestaciones humanas que no derivan de un relativismo extremo:
              “Por lo que es urgente conocer la organización de los principios o estructuras y dejar de lado los análisis que colocan en el centro al sujeto como tal, no porque no sea importante, sino que esto nos da como resultado una imagen fugaz de la realidad, cuando de lo que se trata es de la comprensión de los fenómenos humanos. Sólo al entender las estructuras podrán entenderse las particularidades”. (p. 67)

Como síntesis el autor apela a la forma en que este reconocimiento puede ayudar a resolver muchos problemas de reconocimiento de la diferencia, reconociendo la importancia de la dimensión sincrónica en el análisis de lo humano.
Ø  Lévi-Strauss, C, “El hechicero y su magia”,  Antropología estructural, Universidad de Buenos Aires, Argentina, 1968. pgs. 151-167.

Respecto a la caracterización del mito, observamos que en este ensayo Lévi-Strauss define al mito de un modo cuasi sagrado: “Todo Mito es una búsqueda del tiempo perdido” (p.45). Levi Strauss nos presenta el mismo escenario con el que el hechicero se enfrentaba al mundo con su magia. El mago utiliza el lenguaje simbólico de la magia para calmar esa pérdida.
Para Strauss los mitos son instancias simbólicas que pretenden fundar un tiempo originario pero que al mismo tiempo, pueden llevar al hombre hacia la exaltación de la pérdida y al enfrentamiento desgarrado de la falta de sentido. El pensador humanista batalla contra la ausencia de significado. Esa ausencia será negada obsesivamente por el pensamiento humanista. La ausencia (a donde fueron arrojados el pensamiento y el arte) busca ese tiempo perdido que no es más que un lugar mítico e inexistente y que en el humanismo sartreano coincide con ciertos movimientos revolucionarios:

“Un mito se refiere siempre a acontecimientos pasados: “antes de la creación del mundo” o “durante las primeras edades” o en todo caso “hace mucho tiempo”. Pero el valor intrínseco atribuido al mito, proviene de que estos acontecimientos se suponen ocurridos en un momento del tiempo, por lo que forman también una estructura permanente, y ésta se refiere simultáneamente al pasado, al presente y al futuro”. (p. 189)

La definición de mito converge entonces con las pretensiones humanistas en la medida en que éstas, mediante el hallazgo de un momento fundacional llámese revolución francesa, declaración de derechos humanos, advenimiento de Cristo o segunda guerra mundial, entresacan una estructura de sentido para el hombre y desechan el problema de la ausencia. El humanismo como mito, pero también el humanismo como ideología que pretende imponer este mito del hombre universalmente.
Sartre se ocupa de la guerra de un modo parecido al de Kant, cuando ofrecía la prueba del progreso por el entusiasmo que ella provocaba. Un momento fundacional que, sin embargo nos dice Lévi-Strauss, evidentemente no fue vivido por todo el mundo del mismo modo y por ello nos remite a una función simbólica mítica.
Cuando la historia se convierte en mito, se homogeneiza el sentido vivido. El mito también posee la función de ordenar la experiencia limitándola. La conciencia humanista se convierte en conciencia intemporal por medio del mito histórico de la revolución francesa. Y, además de dotar de sentido a la verdad del hombre que dicho mito trasluce, se produce una reintegración de todos los elementos otros para la instauración de un orden. Se crea un lenguaje común, una máquina de producir consenso en dónde incluso las oposiciones son obligadas, so pena de carecer de sentido, a entablar el juego que pone en marcha el mito.


Ø  Lévi-Strauss, C, La ciencia de lo concreto, FCE, México, 1970.

Lévi-Strauss plantea en este libro que incluso en el pensamiento mágico más antiguo, encontramos modelos de sentido y de ciencia tan válidos como los actuales:

              “Existen dos modos distintos de pensamiento científico, tanto el uno como el otro son función, no de etapas desiguales del espíritu humano, sino de dos niveles estratégicos en que la naturaleza se deja atacar por el conocimiento científico [...] en los dos casos, el universo es objeto de pensamiento”. (p. 33)

Sin embargo, después se concentra en que la suposición de que el pensamiento no dialéctico es un pensamiento inferior, menos evolucionado, menos capaz de captar el sentido del mundo, crea un confianza en una superioridad del pensamiento histórico que es radicalmente falsa: “Es vano indagar el sentido más verdadero buscándolo en la conciencia histórica” (p. 13). El sentido para Strauss no es exclusivo de la historia, sino que se halla en otro lugar y funciona de otro modo. Para la antropología estructural, el sentido es un efecto de superficie. El efecto de sentido dependerá no de la historia, sino del espacio. Los hechos, acontecimientos, funciones de parentesco... todos ellos adquieren sentido, para el estructuralismo, por medio de su posición en la estructura social.



Ø  Lévi, Strauss, C. El pensamiento salvaje, Traducción de F. González Arámburu. Fondo de Cultura Económica, México, 2005.

Las discusiones y los problemas filosóficos y epistemológicos que se suscitaron en la década de los sesenta, nos permiten apreciar un período bastante rico en polémica, y una prueba contundente es este libro de Strauss, en donde arremete sin reparos contra la filosofía existencialista.
En el último capítulo de este libro, “Historia y dialéctica” Strauss habla sobre la “ilusión de la libertad” a manera de burla directa a Sartre, explicando que no es más que “una estrategia para recusar la historicidad concebida como el último refugio de un humanismo trascendental,  y, por lo tanto, la equivalencia entre la noción de historia y de humanidad”. (p. 343)
Más adelante también dirá que “los mitos no dicen nada que nos instruya acerca del orden del mundo, la naturaleza de lo real, el origen del hombre o su destino. No puede esperarse de ellos ninguna complacencia metafísica”. (p. 577)
Las consideraciones filosóficas de Lévi Strauss siempre reiteran que la conciencia vivida es inútil a la ciencia, esta noción de “pensamiento salvaje” se halla muy conectada y solidaria con la lógica, la lógica de lo concreto: “No es un estado mental presente en la conciencia, ni el pensamiento de los salvajes; es el pensamiento en estado salvaje, distinto del pensamiento cultivado o domesticado, no sometido a objetivos de rendimiento, que surge de la ambición simbólica, que es intemporal” (p. 317). En donde “El fin último de las ciencias humanas no es constituir al hombre, sino disolverlo”. (p. 357)
Por lo que puntualmente queda declarada la guerra entre ciencia y conciencia para Strauss, remitiéndonos a esta pregunta, ¿qué es pensar y entonces de qué le sirve al humano?
Ø  Linklater, Richard, Waking life, Fox Searchlight Pictures, E.U. 2001.

El guion de esta película escrito por Richard Linklater, tiene ante todo un enfoque existencialista sartreano que atañe a esta tesis ya que está plegado de discusiones filosóficas que entrelazan temas como realidad y apariencia, libre albedrío, relaciones humanas, política, literatura y cine.

              “La razón por la que rechazo ver al existencialismo como otra moda francesa o una curiosidad histórica es porque creo que tiene algo muy importante que ofrecernos para el nuevo siglo... Me temo que estamos perdiendo las virtudes que nos permiten vivir la vida apasionadamente, el sentido de ser responsable por quien eres, y la habilidad de hacer algo de ti y sentirte bien en la vida... Frecuentemente, se habla del existencialismo como una filosofía de desesperación. Pero pienso que la verdad es justo lo opuesto. Sartre dijo que en su vida jamás se sintió desesperado. Lo que logramos al leer a estos sujetos no es tanto un sentido de angustia sobre la vida, sino más bien una sensación exuberancia, de sentirte en lo alto. Como que tu vida es tuya para crearla. He leído a los posmodernistas con interés, incluso con admiración, pero siempre tengo el persistente sentimiento de que dejan fuera algo absolutamente esencial. Cuanto más hablas de una persona como una construcción social, o como una confluencia de fuerzas, o siendo un fragmento marginal, lo que haces es abrir un nuevo mundo de excusas. Y cuando Sartre habla de responsabilidad, no está hablando de algo abstracto... No está hablando del tipo de ser ni de alma sobre la que los teólogos discutirían. Está hablando sobre ti y sobre mí, tomando decisiones, haciendo cosas y asumiendo las consecuencias. Es cierto que hay 6 mil millones de personas en el mundo, sin embargo, lo que haces, determina una diferencia, primero de todo, en términos materiales, influye a terceros, y representa un ejemplo. En resumen, el mensaje es que no debemos retirarnos y vernos como la víctima de varias fuerzas. Quienes somos es siempre nuestra decisión”.

Es importante para mi tesis, analizar cómo algunos artistas de este siglo como Richard Linkater, están empleando la filosofía existencialista como método de creación y cuál es el tratamiento que le están dando y por qué. En este caso vemos a Linklater interesado en la poca responsabilidad y el poco interés del individuo del siglo XXI ante los actos propios y  colectivos que lo afectan directamente.


Ø  Martino, Ernesto, La tierra del remordimiento, Balterra, Barcelona, 1999.


El autor utiliza posturas de Lévi-Strauss en Tristes Tópicos para mostrar la forma en que el humanismo nos lleva a interesarnos por discursos universales que rebasan las particularidades de cada caso, “una problemática vital de la civilización a la que se pertenece” (p. 80).
Martino también resalta el hecho de que la búsqueda académica es al mismo tiempo una búsqueda personal y que el viaje etnográfico es al mismo tiempo un viaje para nosotros mismos:
 “Ya que la ruptura de la dicotomía cartesiana del sujeto-objeto y de la emergencia de la relación sujeto-sujeto, hace imprescindible que el análisis se mueva en dos frentes: el del lugar y del problema planteado y el del investigador y su cultura.
Los científicos sociales deberían hacer explicitas las motivaciones que llevan a interesarnos por los problemas que se tratan de resolver ya que tal vez así se pudiera comprender mejor el por qué estas temáticas ya no son tan discutidas y otras sí”. (p. 99)

Estas reflexiones forman parte de un interés por generar una defensa de la diferencia, ya no sólo por cuestiones históricas-culturales o de reivindicaciones ideológicas (sobre todo en las distintas variedades de la izquierda) sino que también a través de un horizonte sincrónico que señale a la diferencia como la muestra de las variedades que puede tomar la mente humana.



Ø  Murdoch, Iris, Sartre: un racionalista romántico, Sur, Argentina, 1956.


Este ensayo no sólo analiza la obra de Sartre, sino que se sumerge en el contexto histórico del movimiento existencialista y el desarrollo de Sartre como pensador político. La autora reflexiona sobre todas las facetas del pensamiento de un hombre que no sólo se destacó como filósofo, sino también como novelista y dramaturgo.
Iris Murdoch habla de la tradición del pensamiento filosófico, político y estético que dio autenticidad histórica a los logros de Sartre, pero no sin antes mostrar las ambigüedades y peligros inherentes a su cargo.
Al principio la autora comienza a escribir este ensayo atraída por el existencialismo como doctrina, sin embargo a medida en que lo escribe comienza a oponerse a la idea sartriana del hombre solo, por lo que termina por asumir una tesis presentada como “metafísica, más no filosófica” (p. 34) en donde insiste sobre “la necesidad de pasar del culto de la sinceridad, forzosamente solipsista, a la búsqueda, mucho más ardua, de la Verdad en la otredad.” (p. 78).

Ø  Osés, Ortíz, Andrés, Filosofía de la vida: así no habló Zaratustra, anthropos, Barcelona, 1989.

En este libro, su autor nos habla sobre el hombre y la cuestión de la libertad, en donde puntualiza que: “El hombre no tiene una esencia que le determine a ser o a comportarse de una manera concreta, sino que él mismo es su propio hacerse, su propio existir, por lo que para él  existir es sinónimo de hombre ya que las cosas no existen, "son" y sobre esto dice:

               “Es desde la existencia humana desde donde se establece el valor y sentido de todo lo real. El objeto al que se dirige la conciencia no existe. Es un "ser-en-sí" (Sartre), caracterizado por la plenitud de coincidencia, la impenetrabilidad y opacidad. Su ausencia de relación rehúye la temporalidad y entra en tensión con la conciencia, "ser-para-sí". Ésta desea ser, a la vez, en-sí y para-sí, lo cual equivaldría a ser Dios, algo imposible de realizar (ateísmo)”. (p. 22)

Según el autor, el hombre no tiene una esencia que le determine a ser o a comportarse de una manera concreta, sino que él mismo es su propio hacerse, su propio existir. Existir es sinónimo de hombre.

             “Conciencia porque la existencia es lo que nunca es objeto, sino aquello a partir de lo cual me refiero a lo otro que no soy yo y con lo que me relaciono, además de conmigo mismo (autoconciencia).Para Sartre la existencia precede a la esencia, y la hace posible, ya que si no existo no puedo conquistar mi esencia ni dármela a través de actos absolutamente dependientes de mí. Heidegger, sin embargo, no acepta este primado de la existencia sobre la esencia, sino que identifica a ambas: el ser (esencia) del Dasein consiste en su existencia (existenz). Individualismo y particularismo. Lo primario es lo singular y concreto, la existencia humana, pero no en su generalidad, sino en la particularidad de “esta” existencia humana o “aquella otra”. El yo no es el momento de una Razón absoluta o universal, como afirmaba Hegel”. (p. 25)


Con esto, el autor cita a los existencialistas apelando a que el hombre es libertad y conciencia. Libertad porque el hombre tiene un modo de ser que nunca es dado de antemano ni tampoco es impuesto por algo o alguien, por lo que viéndolo desde esta perspectiva, la culpa ontológica no existe.


Ø  Pingaud, Bernard, Sartre: el último metafísico, Paidós, Argentina, 1968.
  
En el último capítulo de este libro titulado “Ya no se trata, pues de transformar el mundo”, el autor se enfoca en las investigaciones sociológicas de Sartre, relativas a otros aspectos de las relaciones de clases, en donde el autor recalca la ausencia del método científico, de investigaciones concretas y de experiencia militante; por lo que Pingaud argumenta que es gracias a esto que Sartre fue inmediatamente encasillado en una actitud especulativa del marxismo:

             “¿Qué sector de la realidad ha explorado Sartre y conquistado para el conocimiento? ¿Qué visión nueva nos ha proporcionado sobre nuestra historia y nuestro porvenir?, Sartre escribe la posibilidad de establecer una historia, pero las premisas que plantea condenan a dicha empresa al fracaso, ya que como el mismo escribió: No sabemos aún nada de la Historia ni si es verdaderamente totalización de totalizaciones. La historia sirve sólo para ilustrar anecdóticamente conceptos especulativos elaborados sin ella. Todo se torna intemporal, ajeno a las clases y a sus luchas, a toda la realidad viviente de la historia”. 

Con esto, Pingaud recalca lo mismo que Lévi-Strauss, la definición de historia no puede ser alcanzada por el hombre.

Ø  Sartre, J. P. Crítica de la razón dialéctica: precedida de cuestiones de método, Traducción de M. Lamana, Losada, Bueno Aires, 1963.

En el prólogo de este libro, Sartre explicita la intención y el proyecto de su obra circunscribiéndolo a la necesidad de una antropología histórica:

“La antropología seguirá siendo un confuso montón de conocimientos empíricos, de inducciones positivistas y de interpretaciones totalizadoras hasta que no hayamos establecido la legitimidad de la Razón dialéctica, es decir, hasta que no hayamos adquirido el derecho de estudiar a un hombre, a un grupo de hombres o a un objeto humano en la totalidad sintética de sus significados y de sus referencias a la totalización en marcha.” (p. 11)

A medida que el libro avanza, Sartre se propone revitalizar al marxismo (razón dialéctica) expresando el propósito de una lectura existencial del marxismo, que él considera como “la filosofía insuperable de nuestro tiempo” (p. 18) y a la vez, como la única antropología posible que reúne lo histórico y lo cultural:

             “Se trata de fundar una antropología cuyo soporte es el hombre mismo en cuanto puede ser histórico, es decir, definirse incesantemente por su propia praxis, individual como movimiento totalizador que tiene que ver conmigo mismo, con los otros y los objetos que nos rodean. Esas praxis que entran en la comprensión de lo humano son el lenguaje, la afectividad, el trabajo, los conflictos y todo lo que pueda aportar significación, ya que el hombre es para sí mismo y para los demás un ser significante, un creador de signos”. (p. 120)

Lo relacionado aquí con la libertad, es lo relevante para mi tesis, ya que para Sartre la libertad es la irreductibilidad del orden natural al orden cultural: “El hombre es producto de la estructura, pero la sobrepasa siempre, pues se halla comprometido en una historia, ya que es un proyecto de sí mismo”. (p. 127)


Ø  Sartre, J.P. El existencialismo es un humanismo, TM, México, 1981.
Sartre propone en este libro un humanismo existencialista plenamente ateo, un humanismo sin esencias, sin naturaleza humana, en dónde la apertura de la conciencia humana a la libertad sin determinaciones y a la mirada del otro son las únicas constantes que pueden definir la condición humana, y por tanto, el sentido del hombre:

“No hay otro universo que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. Esta unión de trascendencia como constitutiva del hombre –no en el sentido en que dios es trascendente, sino en el sentido de rebasamiento- y de la subjetividad en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista. Humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo; y que es en el desamparo dónde decidirá de sí mismo”. (p. 23)

El sentido de ser hombre se jugará en esa condena a ser libres, en la necesidad de construir un proyecto, hacerse, inventarse: “Ser libres, elegir, es decir, inventar” (p. 47). El humanismo existencialista sartreano parte de la existencia concreta del hombre. Su ontología toma los fenómenos de la conciencia para demostrar no sólo que el hombre carece de determinaciones, sino que esa libertad, ese poder ser cualquier cosa, está sujeta a una responsabilidad desmesurada.


Ø  Vázquez, Héctor, El estructuralismo, el pensamiento salvaje y la muerte, “Hacia una    teoría antropológica del conocimiento”, Fondo de cultura económico, México, 1982.

El enfoque de este libro es diferente porque el autor muestra una postura distinta a la Strauss, ya que opina que no hay equivalencias de perspectiva entre la historia y la etnología, entre el despliegue en el espacio y la sucesión en el tiempo, sino que sólo hay una condición de separarlas arbitrariamente:

              “Lévi-Strauss no se contenta solamente con eliminar al hombre disolviéndolo, sino que además, ya lo hemos visto, elimina la historia como categoría esencial de conocimiento, oponiendo humanismo e historia. Para él la historia consiste en un método desligado de cualquier objeto exterior a sí mismo, en donde de hecho, la historia no está ligada al hombre, ni a ningún objeto particular, toda ella consiste en su método”. (p. 116)

 El verdadero problema con esto podría plantearse adecuadamente con esta pregunta: ¿para obtener un mayor grado posible de conocimiento, es necesario partir de una epistemología formalizante o de una epistemología histórico-crítica? Es importante recordar que objetividad no es sinónimo de un conocimiento absolutamente verdadero, ni que de ella se suponen diferentes grados o niveles de certeza.


Fuentes
*secundarias

Ø  Arancibia, José, Martín, Polémica Lévi-Strauss, Fundamentos, Madrid, 1972.
Ø  Badcock, C. R. Lévi- Strauss: El estructuralismo y la teoría sociológica, FCE, México, 1979.
Ø  Charbonnier, Georges, Entrevista con Claude, Lévi-Strauss, Amarrortu, Buenos Aires, 2006.
Ø  Cuche, Denys, La noción de cultura en las ciencias sociales, Nueva visión, Buenas Aires, 1999.
Ø  De Beauvoir, Simone, La ceremonia del adiós, seguido de conversaciones con Jean Paul Sartre, Hermes sudamericana, México, 1983.
Ø  Garaudy, Roger, Preguntas a Jean Paul Sartre: precedidas por una carta abierta, Procyon, Buenos Aires, 1964.
Ø  Lévi-Strauss, El totemismo en la actualidad, FCE, México, 1999.
Ø  Pingaud, Bernard, Lévi-Strauss: estructuralismo y dialéctica, Paidós, Buenos Aires, 1968.
Ø  Rouquette, Michel, Louis, La mirada sesgada. Ensayo sobre la incomprensión de la realidad, UNAM, México, 1997.

Ø  Scarduelli, Pietro, Lévi-Strauss y el tercer mundo, Villalar, Madrid, 1977.
Ø  Thuellier, Pierre, Las caras ocultas de la invención científica, Alianza, México, 1999.


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