En primera instancia podemos destacar entre estos dos
autores, la peripecia de haberse encontrado en un mismo tiempo y espacio a
pesar de la diferencia de siglos existentes entre ellos, aunque que este hecho
haya sido meramente una ficción. Dante Alighieri asegura en su obra “La Divina Comedia”, haberse encontrado
con Avicena cuando visitó el primer círculo del infierno (limbo) en el Canto
IV:
“[...] Y al moralista Séneca; al geómetra Euclides,
Tolomeo, Hipócrates, Galeno y Avicena, y a Averroes que hizo el
«Comentario». No puedo detallar de todos ellos, porque así me encadena el largo
tema, que dicho y hecho no se corresponden”.
Para Dante, el primer círculo del infierno infiere al
paganismo, aquí radican todos aquellos virtuosos que no fueron bautizados y también
quienes no aceptaron en vida a Jesucristo pese a no ser pecadores (ya que fueron
anteriores a su existencia). Como resultado de esta condición, los habitantes
del limbo, no viven bajo el yugo ni el tormento, pero sí están eternamente
condenados, ya que al estar apartados del “verdadero” Dios, no tienen
oportunidad de reconciliación alguna con Él.
El Limbo comparte muchas características con los
Campos de Asfódelos que relataban los griegos, ya que el limbo apela a un lugar neutral,
ni bueno ni malo, donde la gente estará eternamente deseando a Dios pero sin
poder tenerlo nunca.
Puntualmente, en este primer círculo del infierno, encontramos
a los hombres más sabios de la antigüedad, quienes a pesar de su increíble
inteligencia y aportación al mundo en sus diferentes materias, no lograron ser merecedores
del cielo. La posición teológica de Dante como católico ortodoxo es clave para
la comprensión de esta categorización de infiernos. Sin embargo, a la par,
encontramos en este autor una notable coordinación entre la fe y la razón, así
como una indiscutible influencia Aristotélica y Tomista que lo convierte en
escolástico.
Por otra parte, Avicena fue también un ferviente
creyente de Dios, aunque bajo la tradición islámica, como lo podemos constatar en
este fragmento: “[...] Quiero decir que Dios, ¡ensalzado sea!, es un bien en sí
y además la causa de todo bien. Así, el juicio es sobre lo esencial y lo no
esencial”. Lo cual me lleva a reflexionar, que seguramente sí Avicena
hubiera leído la Divina Comedia, se habría reído sobre el hecho
de encontrarse habitando en el primer círculo del infierno, reacción que quizás
Dante no hubiera tomado personal. Ya que Avicena también se basó en la razón
para sustentar la existencia de Dios.
Avicena profundizó
hondamente en la filosofía aristotélica, convirtiéndose así en el gran continuador de este maestro griego; por lo que
algunos lo consideran el mejor delos filósofos islámicos del medio oriente,
siendo así una influencia definitiva en el nacimiento de la escolástica.
Esto nos lleva a aseverar un pensamiento metafísico por parte de
estos dos autores como pieza fundamental de su eje dialectico,
ya que Dios les significa el principio supremo de donde nace la divina ciencia,
viendo así al alma como principio animador de todos los seres vivos.
Hasta este punto podríamos considerar bastante similares
las posturas filosóficas de estos dos autores, pero es interesante ver la
concepción que tenían en torno a la sociedad que les rodeaba y su
culturalización.
Por una parte Avicena clamaba que sus textos estaban
reservados exclusivamente a un grupo de iniciados. Para este autor, el común de
los hombres sólo puede expresarse mediante una ficción imaginativa, mientras
que el sabio logra comprender una visión imaginaria especular que consigue explicar
racionalmente.
Para él, únicamente los místicos son capaces de
elevarse a la contemplación intelectual de las formas, al mismo tiempo que pueden
vivir ciertas realidades imaginarias, como en el caso de los sueños y las
visiones proféticas. También considera que la “masa” es un grupo de niños según
el entendimiento y no se les debe inquietar en su inocente ignorancia.
Por tanto, hay dos destinos humanos: el de la contemplación de los sabios
y el de los premios y castigos futuros de la masa.
En cambio, Dante Alighieri apostaba por una
culturalización de las “masas” enfocándose de manera particular en el idioma,
ya que decía que éste era necesario para todos, incluso mujeres y niños: “[...]
Queriendo dilucidar un poco el conocimiento de aquellos que como ciegos vagan
por las plazas confundiendo una cosa con otra, trataremos, con la
ayuda del cielo, de beneficiar un
poco el idioma vulgar, no sólo llenando tan grande vaso con el agua de nuestro
ingenio, sino también aceptando y recibiendo de aquellos que pueden mezclarle
cosas mejores para que de ahí podamos extraer el agua miel más dulce”.
Por lo tanto podemos concluir que la diferencia más
notoria entre estos dos autores es su manera de considerar al conocimiento como
algo asequible o no, al común denominador de las personas.
En lo que respecta a la filosofía aristotélica y a la
escolástica, resulta bastante obvio el que Dante se viera de cierta manera
influenciado por Avicena.
Finalmente considero que la razón principal por la que
Avicena podría encontrarse en el limbo, seria por esta cuestión sectaria del
conocimiento que mantenía tan rigurosamente bajo llave. Aunque por otro lado es altamente comprensible tal proceder dadas las condiciones de su época, en donde el replanteamiento
de ciertas cuestiones supuestamente ya resueltas por autoridades con más
jerarquía, eran gravemente penadas y condenadas, por lo que tal vez a su propia
manera, Avicena vivió en sí, ciertos infiernos durante su estancia en la
tierra.
De esta situación temporal y espacial que marca una
diferencia importante entre estos autores, considero que se destaca a la que apelaba Dante y a la que apelaba Avicena.
Bibliografía:
Alighieri
Dante. “Tratado de la lengua vulgar”. Bac. 1994.
Alighieri
Dante. “La Divina Comedia”.
Avicena.
“Escritos esotéricos”. Técnos. 2011.
Avicena,
“Itbat al-Nubuwat”.
Miguel
Cruz Hernández, “Estudio preliminar de los tres escritos esotéricos de
Avicena”.
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