Me tomó tiempo hacerlo, no me atrevía, abrir mi propio
canal de Youtube exigía virtud y esmero. Traté de cambiar de idea pero era
inútil, no me abandonaba la impetuosa necesidad de brindarme al otro, de postear
mis propios videos para compartirlos con el público (en especial con aquel que
gusta por el arte). Sin embargo consideraba la tarea de gran peso y
responsabilidad, en especial por el área en el que pretendía incursionar, la
Poesía Visual.
Cierto día, después de mucho meditar al respecto, me
armé de valor y lo hice, debido en parte a los cursos que ya había tomado con
prominentes figuras de la poesía experimental (intelectuales con aliento
alcohólico que nunca se aprendieron mi nombre) y también por el ímpetu y la
necesidad interna que interpreté como inspiración y pasión pura.
Puse en marcha todos los preparativos para mi primer
video, sin embargo había que ir paso a paso; debido a mis pocos conocimientos
en el área tecnológica no contaba con ningún programa de edición de videos, por
lo que opté por utilizar movie maker
(el programa gratuito que ya venía instalado en mi computadora). Decidí no comenzar
con poesía mía, ya que lo consideré altamente pretencioso y entonces juzgué más
apropiado utilizar un fragmento de la obra Psicosis
4:48 escrito por Sarah Kane, mi escritora favorita (qué mejor homenaje).
Por último recordé que un amigo músico tenía unos juguetes que había
intervenido y que estaban muy interesantes, muy oscuros (muy darks) y entonces me
fui corriendo a su taller/estudio a grabar todo lo que consideré oportuno para
mi video.
Las piezas del rompecabezas ya estaban armadas, sentí
que algo celestial había intercedido para que todo aquello embonara de manera
increíblemente sincrónica y sublime. Pero ahora se gestaba la etapa final, el
paso concluyente, el último eslabón en la cadena: subir el video a Youtube y
compartirlo con la comunidad, en especial con aquellos amigos doctos en el tema
de la poesía y el video, lógicamente me refiero a la Poesía Visual.
El video finalmente ya estaba listo, ya tenía un link,
ósea un espacio importante en el ciberespacio, entonces sentí pánico pero
también emoción; después de verlo algunas veces fui cobrando mayor confianza, estaba
segura de que mi video era contundente, tenía la fuerza y el cinismo necesario
para impactar al crítico de arte más acérrimo, tenía el tema contestatario y ese
factor sorpresa, ese factor enigmático que hace falta y es completamente
necesario en el campo de las artes visuales (tan viciado y tan monótono hoy en
día) en nuestro país. Incluso lo imaginé expuesto en ciertos museos y galerías,
lo ameritaba por contar con lo necesario, imaginé todos los grandes logros que
vendrían para aquel primer hijo, para aquella primera pieza artística.
Como la honestidad y la humildad de una poeta visual
primeriza estaban de mi parte, comencé a compartir el link únicamente con
cuatro personas que consideré aptas para poder juzgarlo:
1. Mauricio, un amigo que ha ganado la beca del
FONCA “Jóvenes creadores” más veces que cualquier otro hípster en la historia
de nuestro país.
2. Javier, el músico que me dejó grabar sus
juguetes y quien por cierto también sale en el video (para eso no conté con su
permiso).
3. Vicente,
un DJ con quien salgo.
4. Hammurabi,
un cineasta retirado que padece esquizofrenia.
La respuesta de cada uno de ellos fue variada y
sorpresiva, Mauricio me dijo que había problemas en cuanto a lo técnico, pero
que la idea no era tan mala, dijo algo de los loops que no recuerdo y finalizó
dándome un montón de referencias de otros artistas que sí saben cómo hacer
Poesía Visual; por su parte Javier me dijo que le recordaba a los videos de
Paco Stanley en donde recitaba poesía junto a Mayito. Vicente me dijo que le
dio miedo y me preguntó si yo estaba pasando por alguna experiencia traumática
o cuadro depresivo, y finalmente Hammurabi (sí sus papás lo nombraron como el infame
código que contiene la ley del Talión) me dijo que le había gustado mucho, que
pensaba que tenía mensajes poderosos y que debíamos hacer videos del estilo
juntos.
Inmediatamente le dejé de hablar a Javier y en cuanto
a los otros tres pensé que sus comentarios no habían sido tan malos. En
realidad la mejor crítica me la había dado alguien que había estudiado cine y
que tenía más experiencia que los demás, y sí, quizás estaba un poco loco pero
eso sólo le agregaba caché, un plus, un aire decadente pero a la vez lúcido, ya
saben cómo ¿no?
Pasaron algunas semanas y me propuse postear más
videos, no sin antes volver a analizar (cual madre orgullosa) mi primer logro
artístico, entonces abrí el link al que titulé Sarah Kane Psicosis 4:48 y me encontré con uno de los peores
momentos de mi vida artística, el video tenía una manita abajo, ¡una miserable
manita abajo!
¿Quién había podido realizar un acto tan cruel?,
¿quién? No le había mostrado a nadie más el video e irremediablemente había
sido alguno de los cuatro, alguno de esos cuatro individuos a quienes yo
consideraba mis amigos y hasta incluso más (uno de ellos estaba próximo a
convertirse en mi pareja). Me encontraba ante una situación despiadada y me
sentí abatida, uno de ellos me había mentido de la forma más vil, ¿cuál era la
necesidad de mentirle a una joven artista insegura y pura que apenas comenzaba
su carrera? ¿Juai de rito?
Decidí que no tenía objeto deprimirme, lo importante,
ante todo, era encontrar al culpable de esa manita abajo y lo iba a lograr,
costara lo que costara. Comencé con preguntas a cada uno de ellos (tuve que
desbloquear a Javier de Facebook y Whatsapp), preguntas ingenuas como: ¿Es un
día bastante soleado verdad?, para después atacar e ir directamente al grano:
¿Por qué le diste una manita abajo a mi primera poesía visual?, seguido de una
carita llorando.
Todos fingieron demencia (aunque Hammurabi no tuvo que
hacerlo) y el caso es que todos lo negaron rotundamente y con descaro, la
mayoría me llamó paranoica por lo que me sentí doblemente atacada… Seguí
insistiendo pero dejaron de contestar cualquier pregunta relacionada con el
tema de la manita abajo.
Ha pasado el tiempo y aún no resuelvo el misterio, no
tengo el dinero suficiente como para pagarle a un hacker, he hecho que otros
amigos que tengo en común con ellos cuatro les pregunten para ver si se logra extraer
la verdad, pero nunca hay resultado, sólo me miran raro y se rehúsan a cooperar,
nadie me brinda su apoyo, todo se ha vuelto un círculo vicioso y hasta comencé a
temer por la aparición de otras manitas abajo.
Sin embargo cierto día llegó la luz y dejé de temer, recordé
aquel poema escrito por Federico Barreto (y qué más tarde lo convertirían,
vulgarmente en una canción) que reza:
Ódiame
por piedad, yo te lo pido...
¡Ódiame
sin medida ni clemencia!
Más
vale el odio que la indiferencia.
El
rencor hiere menos que el olvido.
Yo
quedaré, si me odias, convencido,
de
que otra vez fue mía tu existencia.
Más
vale el odio a la indiferencia.
¡Nadie
aborrece sin haber querido!
Y entonces derramé lágrimas de regocijo, lo entendí
todo, una manita abajo implica un esfuerzo, un esfuerzo de odio que siempre
será mejor que la indiferencia, así que simplemente hay que abrazar al misterio
y rendirse ante él, ante ese amor masoquista que nos hace y nos deshace, porque
hay cosas que jamás encontraran respuesta ni tampoco encarnarán un rostro (aunque
claro está que nadie puede borrar el hecho de que por ahí van saltando felices los
cuatro presuntos responsables… así que si alguien los conoce, olvide todo esto,
resuelva el misterio y no se rinda como yo, ofrezco jugosa recompensa).
Finalmente como conclusión y como ejercicio de
humildad, he considerado conveniente expandir mi video al público en general e
invitarlos generosa y cordialmente, a acariciar mi ego, o más concisamente, a agregar
otra manita abajo, acá les comparto el link que abraza el misterio de la manita
abajo:
https://www.youtube.com/watch?v=ojmYnGHlpyg
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